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Autoliderazgo para salir de la zona de confort

A que nos referimos cuando
hablamos de salir de la zona de confort. Ay! Qué fácil es decirlo y qué difícil
salir de esa famosa zona!
Tienes que “salir de tu zona de
confort” te dicen, y tú te quedas mirando con los ojos de búho,  y esa cara de como cuando te dicen “sé tú
mismo” o “déjalo ir”.
Como si decirlo y hacerlo fuera
todo uno! Son frases que lo dicen todo y nada a la vez. Un amigo mío respondía aterrado
cuando yo le invitaba a ser “él mismo”: “Yo mismo? Pero quién soy yo mismo? Qué
significa ser tú mismo? Qué se supone que debería ser yo mismo? Y así seguía angustiado de su poco autoconocimiento y del vacío y la angustia que le producía
esa invitación a ser alguien desconocido para él.
En realidad tenemos una idea de
lo que significa, vaga o concretamente, pero básicamente, realmente no queremos
de ninguna manera saberlo, ni ponernos a revisar esos armarios cargados de
cosas pendientes por ordenar … Ponemos excusas, nos comprometemos. ¡Pero
tendemos a procrastinar (otra palabra de moda)!
A mi me está pasando ahora, acabo
de regresar a un lugar en el que ya no tengo apenas red social, he estado
viviendo fuera el suficiente tiempo para que las pocas o muchas personas, que
logré tener cerca cuando también vine de nuevas hace años, se hayan esfumado de
una forma o de otra. He decidido que tengo que reconstruir esa red social tan
exigua, remendar sus agujeros y coser con nuevos hilos.
Hasta ahora me ha sido suficiente
con visitar y recibir las caricias emocionales,  un par de veces al año, de aquellos
incondicionales que siempre estaban cuando volvía a España, pero ahora no puedo
cargar en ellos/as el día a día de mi nueva vida, ellos/as ya tienen su día a
día.
Necesito ampliar mi red social,
nutrirla y tejarla de nuevo. Pero eso supone salir de la zona de confort.
Arriesgarte a salir a eventos, en los que no conoces a nadie, compartir con
gente que quizás no querrás repetir, asumir rechazos, sorprenderte agradable y
desagradablemente. En definitiva ser vulnerable, salir de la zona y relaciones
que más o menos controlas, aceptar que las experiencias sucedan, tanto si te
gustan como si no, y tener la suficiente apertura a lo nuevo como para
enriquecerte con todo ello.
 Uffffffff puede un proceso muy agotador en un
principio. Las dudas te asaltan ¿Va a merecer la pena tanto esfuerzo? Los
diálogos internos quejumbrosos, lastimeros, rebeldes, etc. se suceden. ¡Creo
que nunca he buscado tantas excusas para evitar enfrentarme con la
asistencia a estos eventos sola!
Dejar el control es muy duro.
Hace falta auto-motivarte, buscar que ciertas acciones tengan la suficiente
regularidad que se pueda convertir en hábito o parte de tu nueva vida, darte
una de cal y otra de arena. Pocas exigencias que te aseguren logros y poco a
poco ir avanzando.
Tu auto-liderazgo para
salir de la zona de confort ha de ser firme pero con mano izquierda. Un Padre Normativo que garantice
que cubres tus necesidades y no huyes de nuevo a tu zona de confort. Un Padre Nutritivo que te aliente
a buscar cosas que puedas disfrutar y que te escuche con compasión y empatía
cuando estés decepcionado o frustrado, y que después sepa ayudarte a volver a
construir de nuevo la ilusión y la motivación.
Y un Adulto consciente de que, acción tras acción, se irá construyendo esa red social que se convertirá en
parte del paisaje de tu nueva zona de confort.

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