LYMAN K. PETERSON*
RESUMEN
ficha de análisis de caricias permite estimar la reserva de caricias y evaluar
el exceso o el déficit de ellas. Su originalidad reside en comparar la
cantidad real recibida y dada, con la cantidad deseada.
simultáneamente la situación con referencia a un número bastante grande
de figuras o de grupos importantes para la persona. Rellenándola en
diversos momentos, es posible una comparación cronológica.
el perfil de caricias intenta tener en cuenta la demanda o el rechazo.
Además, tiene la ventaja de ser imborrable.
Palabras-clave: Perfil de caricias, cantidad dada, cantidad recibida,
cantidad deseada, figuras y grupos importantes.
vamos a ver el análisis de un
participante imaginario, John Ladeprime.
He aquí las instrucciones que daríamos
a John:
1. “Personas importantes”
escribe los nombres de las personas
y de los grupos que quieres introducir
en el análisis. Ponlas por orden de importancia a partir de la izquierda.
Toma una segunda ficha si estas personas
o grupos son más de 8.
2. Toma un lápiz e indica con trazos verticales,
por encima de las personas o
de los grupos, la cantidad de caricias
que, según tú,
(con linea azúl)
ellos (con linea rosa) c) les
das (con linea azul) y d) deseas darles
(con línea rosa), a lo largo
de una semana normal de tu vida.
o disminuyéndolos hasta
que estés satisfecho de los resultados.
propósito de la calidad de las caricias.
4. Examina las etapas a realizar para
cubrir las deseadas. Recuerda que no
todas las personas tienen Permiso de
dar muchas caricias: si tus necesidades
les parecen excesivas, querrán rechazarte. Lee lo que dice Steiner
(1974) sobre la economía de caricias.
Concluye acuerdos con algunos
amigos. No permanezcas dependiendo
de una sola y única persona:
haz una mezcla rica de recursos.
5. La ficha de análisis de caricias puede
mejorar tus comunicaciones, especialmente
si las personas importantes
para ti rellenan una también.
Este medidor , se acrecientan todavía más
cuando se completa con una
descripción de las emociones humanas. En concreto, “emoción”
ligada a la “sensación”, que es de orden físico. El modo afectivo y el cognitivo se combinan para canalizar
la estimulación de la energía vital en
una emoción particular.
La dopamina, que afecta a los centros
del placer en el cerebro, es a la vez, el producto
y la causa de esta actividad. El placer
puede concentrarse más bien alrededor
del centro del cuerpo, y la energía se dirige
hacia el interior: estamos todavía en la
zona condicional, y la emoción es el bienestar
y la alegría. Si ésta se dirige sin bloqueo
e incondicionalmente hacia el exterior,
hacia el otro, la emoción es el amor y
el éxtasis.
Cuando el placer se combina con la carga,
la recepción, la pasión, la dinámica es
la sumisión. La persona se abandona al
otro y al medio. Fisiológicamente, este estado
corresponde a la producción de acetilcolina.
En el reconocimiento incondicional,
en el estado libre y fluyente, la emoción
es la confianza. Si ésta está bloqueada
y retenida durante el proceso de carga,
el miedo surge.
La persona que recibe una caricia portadora
de amor o de alegría, siente generalmente
un “dulzor cálido”. La que recibe una
caricia de sumisión, ya se trate de miedo o
de confianza, la recibirá probablemente como
un “azucarado”. Otros hablan de
“caricias de plástico”: yo no tengo nada
contra este término si alguien lo utiliza a
sabiendas. “Azucarado” implica que la caricia
es dulce al gusto, pero no lo
bastante nutritiva como para sostener la vida.
La dieta debe estar equilibrada.
Del lado “dolor” y “protección”, la combinación
con la acción está en relación con
las sustancias adrenérgicas, principalmente
la norepinefrina. El resultado es un comportamiento
dominante. En el nivel incondicional,
el flujo liberado de energía produce
una fácil autoafirmación. Si está bloqueado
y acumulado, el resultado es la cólera y sus
diferentes modos. Una caricia dominadora
es recibida normalmente como “caricias heladas”.
Si, en el dolor, la energía se dirige hacia
el interior y se acumula en la pasión, la
sustancia química es la epinefrina, y la actividad
típica de caricias es el rechazo. La emoción interna, subjetiva es, en la zona
condicional, la desolación. Desbloqueada e
incondicional, la emoción es el odio. Rechazar
a alguien es todavía reconocerlo, es
todavía un poco de contacto humano que,
a este efecto, estimula la vida. Estas caricias
son recibidas como “cuñas envenenadas”.
Revista de Análisis Transaccional y Psicología Humanista, Nº 56, Año 2007