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El Estado del Yo Padre, las creencias y el autocuidado

Conocer y aprender a cuidar a
nuestro Estado del Yo Niño es una tarea que nunca termina. Si has
sido padre o madre lo sabes. Tú sólo quieres que tu hijo/a esté
bien, que le vaya bien y desarrolle todas las capacidades para poder
adaptarse o superar las circunstancias difíciles que la vida le
presente y que también tenga capacidad para disfrutar de todo el
bienestar que le rodea. En definitiva, le deseas toda la felicidad
posible. En eso creo que todos estamos de acuerdo, ahora bien, el
proceso para ayudarles a alcanzar ese objetivo es en el que cada uno
de nosotros diferimos.

En España la ley reconoce el
derecho de los padres a educar a sus hijos y garantiza la libertad
que tienen en la educación de sus hijos en conciencia
según sus
valores. La Constitución Española
reconoce el derecho de todos los españoles a la educación y a la
libertad de enseñanza.

En conciencia según
sus valores” y aquí tenemos lo que nos une y, a la vez, lo
que nos hace diferentes a cada uno de nosotros, nuestros valores. La
mayoría de “nuestros valores” no son nuestros. La mayoría son
adquiridos a través de nuestra cultura, de nuestro grupo, de nuestra
familia. Son asumidos por “contagio”, sin pasar por el filtro de
una “conciencia” que nos permita elegirlos. Cada padre/madre viene con
una carga que va a condicionar mucho su legado. En ocasiones no somos
conscientes de las normas y valores que seguimos, o dicho de otra
manera, no somos conscientes de si determinadas normas y valores que
seguimos son razonables y sanos para nuestros hijos, ni siquiera nos
planteamos si lo fueron para nosotros. Nos resulta más fácil ver en
otros los fallos en esa transmisión de valores y en la educación de
sus hijos, pero muy difícil cuestionar nuestras “creencias”.

Traducido en términos de
Análisis Transaccional, nuestros valores estarían fijados en el 
Estado del Yo Padre sin haber sido decididos por el Estado del Yo Adulto
(conciencia). Si los valores no han sido pasados por el filtro de la
conciencia difícilmente se puede garantizar una educación buena o
adecuada. 



Vamos a ver un ejemplo lejano a nuestra cultura en el que
nos será fácil descubrir la contaminación del Estado Adulto o la
falta de conciencia. 



Aproximadamente 125 millones de
niñas y mujeres son sometidas a la mutilación genital a pesar de
que les produce graves problemas de salud durante toda la vida (Dolor
intenso, hemorragia. shock / muerte, dificultades para orinar,
infecciones, consecuencias psicológicas, lesión en órganos
cercanos, problemas urinarios, afectación de la salud sexual y
reproductiva como complicaciones en el parto/ recién nacido/a,
problemas menstruales y genitales, disminución del deseo sexual por
la asociación del sexo a dolor intenso). 
El Estado Adulto de los
individuos que aplican o admiten estas practicas ignora o descuentan
(a pesar de tenerlos delante o sufrirlos) estos datos/hechos y sólo
esperan con
fe (creer sin ver) los beneficios que reportará tal
absurdo acto: asegurar que sus hijas puedan contraer matrimonio
cuando sean mayores. Estas creencias y mitos son mantenidos
generación tras generación.

Tampoco importan los datos
oficiales que se manejan,por ejemplo, en un país como El Chad, a nivel
nacional más de un tercio de las mujeres de 15 a 49 años casadas
(35%) fueron víctimas de violencia física, psicológica y / o
sexual, causada por su
cónyuge al menos una vez en su vida
(EDS-MICS, 2015), esto también quizás sería un dato a tener en
cuenta por su Estado Adulto para advertir que quizás no es tan buen
negocio para sus hijas el matrimonio.

En principio parece que estos
datos no sirven para informar al estado del yo Adulto para que éste, a
su vez, decida cuestionar a su 
Estado del Yo Padre y actualizar
sus valores a la luz de los nuevos datos. Al contrario, el 
Estado del Yo Padre, tanto del hombre cómo el de la mujer, contamina a su Adulto
y creen firmemente que todo esto se hace por su bien y que son maltratadas
porque es lo normal cuando no obedecen o que se lo han merecido.

De esta manera la educación
puede anular la capacidad crítica del educando e incapacitar al  Estado del yo Adulto para interpretar los datos de
manera adecuada y, por tanto, de tomar las mejores decisiones. En el
caso anterior, la educación crea una relación en la que el marido
puede relacionarse con la mujer desde cualquier Estado del Yo, pero
ella sólo lo puede hacer desde el 
Estado del Yo Niño Adaptado.

La Convención de Estambul
reconoce que la violencia contra las mujeres es uno de los mecanismos
sociales por los cuales las mujeres se mantienen en una posición de
subordinación a los hombres (Consejo de Europa, 2011). Sin embargo,
seguramente los padres de esas mujeres sólo buscan “el bien de
ellas” y su adecuación a los valores del grupo cuando las someten
a ese destino cruel.

Y es que la mente humana trabaja
con hipótesis, construimos hipótesis para alcanzar nuestros
objetivos o evitar nuestros miedos. Si “hago…..me pasará esto”,
“si no hago ……me pasará lo otro”. Estas hipótesis se unen a
las creencias que nos han sido transmitidas como “verdades
absolutas”, normas o “comportamientos que tienes que hacer o
tener” para ser admitido en el grupo social. De esta manera
verdaderos disparates pueden formar parte de “creencias y
tradiciones” durante muchas generaciones.

Sólo desde un Estado del Yo Adulto
bien informado, con un 
Estado del Yo Padre Crítico y Nutritivo positivo, que cuida
y ama al Estado del Yo Niño,  y estos tres estados trabajando en
armonía, sólo entonces, podemos disfrutar del bienestar y
desarrollar nuestras mejores capacidades humanas.

Así podemos encontrar creencias
tan futíles como “si comes por la calle no encontrarás novio”
hasta la aberración de la ablación sexual, o creencias tan
compasivas como “si contribuyo a que te sientas mejor, yo ganaré
también” y altruistas como “Dar es mejor que recibir”.

Pero también nuestro Estado del
Yo Padre puede someternos con violencia o sabotearnos provocando gran sufrimiento. O protegernos con límites sanos y cuidándonos
para mantener nuestras salud física y psicológica.

  • ¿Has pensado alguna vez cómo te
    tratas a ti mismo, cómo te cuidas y te proteges?
  • ¿Cómo son tus creencias?
  • ¿Qué valores o creencias hacen
    que no o si cuides de las necesidades de tu Estado del Yo Niño/a Interno?
  • ¿Qué tipo de violencia o
    sufrimiento te autoinflinges?
  • ¿Tus creencias sobre ti mismo
    hacen sentir bien y segura/o a tu Estado del Yo Niño/a Interno?
  • ¿Como es tu diálogo interno
    cuando estás sufriendo?

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