Mi jardín, Tu jardín
Cuando estoy en tus asuntos dejo de atender mi jardín y estoy ocupándome del tuyo: me separo de mí, te invado y me desconecto del resto del mundo. Al hacerlo, me sitúo en roles del triángulo dramático y genero juegos psicológicos que producirán emociones difíciles y estrés. Mientras todo esto ocurre, yo actúo desde la confusión mental, descontando mi poder personal, el tuyo y la realidad.
La mayor parte de nuestro sufrimiento o malestar sucede cuando no estamos situados en nuestro lugar y estamos invadiendo el lugar del otro.
Ocuparnos de lo que legítimamente nos pertenece implica hacernos responsables de nuestro jardín, respetando y aceptando la libertad de los demás a trabajar sus jardines como ellos decidan.
Sólo tienes que reflexionar un momento sobre tus últimos sufrimientos, por ejemplo, esa persona que te decepcionó, el familiar que no respondió a tu petición o el amigo que no te quiso acompañar el día que le propusiste ir al cine. En todos los casos el sufrimiento proviene de juzgar el comportamiento del otro, de inmiscuirte en cuestiones que sólo están en su jardín, no en el tuyo.
Nuestro estado del yo Padre puede tener creencias del tipo, si Juan fuera mi amigo debería haber aceptado mi propuesta, o si mi padre me quisiera debería haberme dejado su coche, etc. Todo ello te lleva a la frustración, impotencia, tristeza, etc. No te ayuda en tu desarrollo personal. Solo añade inútilmente sufrimiento al dolor.
Este es un estado del Padre con creencias erróneas y fuera de la legitimidad. Suelen ser normas que aplicamos para otros y no para nosotros mismos. Incluso si las aplicamos para nosotros mismos, por ejemplo, me obligo a ir al cine cada vez que un amigo me lo pide (rol salvador), posteriormente cobraremos el esfuerzo de alguna manera (juegos psicológicos).
Sólo tú eres responsable de tu comportamiento, de tus decisiones, de tus pensamientos y tus emociones.
Imagínate ahora que, ante el rechazo de tu amigo a ir contigo al cine, tú al sentir la sensación de soledad o de aburrimiento te dijeras: “Me hubiera gustado ir al cine con mi amigo, ahora bien, él tiene sus propias necesidades que cubrir, que yo respeto. Y en este momento, ¿Qué podría hacer yo para poder tener más alternativas para salir con gente? O ¿Qué miedo o qué emociones me impiden ir al cine solo? O ¿de qué otro modo podría disfrutar la tarde del domingo?, etc.
Ser inteligente emocional supone transformar cada pequeña frustración, su energía, en un reto para nuestro crecimiento personal y emocional, que finalmente redunda en un fortalecimiento de nuestra autoestima y autovalía.
El trabajar para que nuestras creencias y hábitos mentales no interfieran de manera perniciosa, condicionando la interpretación de la realidad desde nuestro Adulto, es un hábito que se ha de mantener de manera regular.
Reconocer y trabajar nuestro jardín implica construir un estado del Padre interno que nos trate con más respeto, que ponga límites adecuados, y que se haga cargo de nuestras propias necesidades y deseos. Así como, conseguir la des-confusión del estado del yo Niño que nos permitirá ocuparnos de nuestro jardín con espontaneidad, intimidad, y disfrute, recuperando el contacto con lo que sentimos, necesitamos y deseamos.