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“El Iceberg”, Parte III – La Personalidad Adictiva

Los rasgos de personalidad que surgen del abandono, de la vergüenza y del desprecio de una persona pueden ser la base para el desarrollo de múltiples adicciones. Por no hablar de la depresión crónica, ansiedad, problemas con las relaciones, y así sucesivamente.

El dolor en nuestra vida nos está informando de que necesitamos hacer algo diferente. El dolor nos permite saber que lo que estamos haciendo no está funcionando, nos indica que estamos lejos de la felicidad, de nuestra felicidad.

Como no nos gusta el dolor, cuando lo sentimos nos vemos obligados a buscar consuelo y alivio. Entonces, ¿dónde encontramos consuelo y alivio?

Si no podemos generar ningún buen sentimiento internamente, porque no podemos ni siquiera ir hacia nuestro interior, puesto que nos resulta muy doloroso, permaneceremos enfocados en el exterior, en que hay en el exterior que pueda anular nuestro dolor.  Buscaremos por tanto el consuelo y el alivio fuera de nosotros mismos.

Puesto que todos estamos “programados” de forma diferente, encontraremos una o dos cosas que “realmente nos alivian”.

Algunos de nosotros estaremos conectados con el alcohol u otras drogas … otros con el trabajo excesivo, el gasto, el teatro, los riesgos, los juegos de azar, comer, etc.

Parte de este iceberg vienen con la genética pero la mayor parte proviene de las redes neuronales que fueron “grabadas” en nuestra infancia. Papá nos mostró modelo hombre, mamá nos mostró cómo son las mujeres, juntos nos mostraron cómo los hombres y las mujeres se llevan bien unos con otros y todo ello modeló las redes neuronales en nuestra mente.

El apego emocional

Cuando nos encontramos con el objeto o evento que “realmente nos acalla el dolor interior”, entonces le asignamos a él en un valor emocional positivo porque nos encanta lo que hace por nosotros. Nos proporciona un sentimiento muy poderoso, instantáneo, pero de corta duración.

Pronto empezamos a confiar en el objeto o evento, ya que hace lo que se supone que debe hacer – nos hacen sentir mejor – muy rápido, con mucha fuerza, de una manera que nada ni nadie más puede hacer cada vez que queremos.

El amor y la confianza son los ingredientes principales en una relación primaria. Por lo tanto, nos vinculamos con el objeto o evento a nivel emocional.

Este vínculo emocional marca el comienzo de un serio problema porque no se pueden tener relaciones primeria con los objetos y eventos.

Definición de la Adicción

Craig Nakken, autor de la personalidad adictiva define la adicción como una relación patológica con un objeto o suceso que produce un cambio de humor deseado.

Matizando la definición se transforma en : “Una relación enfermiza primaria con un objeto o suceso que produce un cambio de humor deseado”.

En primer lugar, “patológico” parece producir más el estigma de “poco saludable” – a pesar de que significan la misma cosa.

En segundo lugar, destaca “primaria” por qué la relación no es saludable.

Nuestras relaciones primarias se supone que deben estar con las personas y no con objetos o eventos. Por cierto, cualquier cosa que nos causa daño, a nuestros seres queridos  o la vida no es saludable.

La mayoría de las personas no se dan cuenta y, de hecho, inicialmente niegan que tienen un fuerte apego emocional a su adicción.

Si se les pregunta “¿Cuál es la relación más importante en tu vida?” Ellos siempre responden: “mi mujer … mis hijos … mi madre … mi novio o novia”. Pero a poco que se profundice un poco más queda en evidencia su verdadera dependencia, la cual suele herir y lesionar a las personas que previamente ha identificado como más importantes. Tal vez en su corazón las personas queridas son las más importantes para él … pero lo que rige su vida son las reglas de la adicción.”

Con la adicción la persona logra la ilusión de comodidad a través de esta relación con un objeto o evento.

Recordemos que las heridas que debemos aliviar con el fin de ser feliz son de naturaleza emocional. Por lo tanto, necesitamos seguridad emocional y alivio.

El “consuelo y alivio” que logramos a través del uso de nuestro objeto o evento de elección no es emocional sino de naturaleza fisiológica o física.

En otras palabras, hemos aprendido a ocultar nuestro dolor emocional con las “medicinas” … ya sea el alcohol, el azúcar, la adrenalina, la testosterona, drogas, etc

En este sentido es todo dependencia de sustancias químicas. Trabajo, juego, sexo, y otras actividades intensas provocan la liberación de la química fabricada por nuestro propio cuerpo, como son la adrenalina y las endorfinas.

Cada vez que tenemos la sensación de que no sentirnos bien lo anestesiamos en vez de investigar que nos está pidiendo y lo hacemos callar, esto hace que la sensación vuelva con más dolor acumulado.

El uso de un producto químico para medicar nuestro dolor emocional equivale a enmascarar una grave lesión de espalda con analgésicos, mientras seguimos trabajando. Nos seguimos haciendo más y más daño sin darnos cuenta, porque nuestro “sistema de alerta” (dolor) se ha silenciado.

A pesar de consecuencias negativas graves seguimos haciendo las cosas que van a aumentar nuestra vergüenza,  culpa,  desprecio y el remordimiento . Nos demostramos una y otra vez que “no podemos hacer nada bien” … y las redes neuronales del abandono, la vergüenza y el desprecio se hacen más fuertes y más arraigadas.

Finalmente perdemos nuestro dinero, nuestras familias, nuestros coches, nuestro orgullo, nuestras carreras, nuestros sueños, nuestras metas, a nosotros mismos, etc .. A medida que aumenta nuestro dolor, también lo hace nuestra necesidad de “consuelo y alivio”.

Entramos en el círculo vicioso en el cual la “solución” causa más problema. Hasta que llegamos al punto donde ya no encontramos más solución.

 Algunas adicciones se toman su tiempo en conseguir que lleguemos a este punto de no solución,  otras adicciones avanzar más rápidamente,  pero por lo general  acabamos en el mismo lugar: tocando fondo.

Esto sucede cuando hemos acumulado tanto dolor y heridas que ya no encontramos suficiente “consuelo y alivio” para compensarlo más. La “solución” que utilizábamos para anestesiarnos de inmediato  ya apenas funciona . Entonces es cuando seguimos usándolo sólo para sentirnos normal.

La buena noticia es que tocar fondo nos permite ver la realidad, tan triste como es y nos prepara para pedir ayuda.

  • “El Iceberg”, Parte I – El Niño Abandonado 
  • “El Iceberg”, Parte II – El Niño Abandonado 
  • “El iceberg”, Parte III – La persona adictiva
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