Proceso de manipulación:
1 El manipulado toma una decisión o tiene un comportamiento que no cuenta con la aprobación del manipulador aunque sea lícita y sana, o simplemente no está teniendo el comportamiento que el manipulador desea para su propio beneficio.
2 El manipulador prepara y ejecuta el castigo (PERSEGUIDOR): “ignorándolo”, amenazando con dejar la relación, “sumiendose en una depresión”, “no colaborando en lo que habitualmente colaboraba”, es decir, utilizará técnicas de agresividad activa o pasiva, nunca expresará su disconformidad real o su necesidad asertivamente.
3 Cuando el manipulado empieza a sentir este cambio de actitud, actitudes pasivas o agresivas explícitas, empezará a sentir que él/ella ha hecho algo “malo” y que hay un problema que resolver que no logra “adivinar” y empezará a buscar explicaciones de lo que está pasando buscando “el razonamiento lógico” en lo que nunca lo hay o entrará en una sensación de “confusión” (VICTIMA).
4 Cuando el manipulado empieza a sentirse cansado de sentirse VICTIMA (culpa, rábia, vergüenza) y tener UN PROBLEMA cambia a PERSEGUIDOR y decide abordar el tema y confrontarlo, ya ha reunido los suficientes datos para explicarle al otro/a lo antinatural de su conducta y los daños que le generan.
5 Ante la confrontación del manipulado, el manipulador pasa a posición de VICTIMA (sacará todo su repertorio de penas, complejos, malas experiencias, presiones, incapacidades, miedos y mostrará su necesidad de ser ayudado y comprendido por el manipulado para resolver SU PROBLEMA)
6 El manipulado pasará automáticamente al rol de SALVADOR, se olvidará en ese momento que la victima real en todo el proceso ES ÉL O ELLA y se enfocará en colaborar con el manipulador y con sus objetivos.
De ahí que el complementario de un manipulador sea habitualmente un SALVADOR (exceso de empatía, necesidad de ser útil, sentirse necesitado, etc) y que el manipulador utilice su rol favorito de VICTIMA (necesidad que otros hagan para o por él/ella).
Los manipuladores son lobos con piel de cordero, que parecen encantadores y sufridos, cuando en realidad son amenazadores: emplean el miedo, la obligación y el sentimiento de culpa para lograr que hagas lo que ellos quieren en vez de lo que deseas. Ven a los demás como marionetas en sus manos y, cuando las personas no responden a los hilos invisibles que ellos mueven, pasan a las amenazas.
Sus intimidaciones asumen distintas formas, pero en el fondo todas significan lo mismo: “Sufrirás si no te comportas como quiero”. Cuando se salen con la suya nos rodean con una reconfortante intimidad; cuando no lo logran apelan a sus tácticas.
Para escapar de su extorsión emotiva y no volver a caer en una emboscada, hay que entender cómo funciona la manipulación, enfrentarse a ella y definir estrategias para cada situación.
El manipulador utiliza el miedo, la obligación y la culpa como instrumentos para obligarnos a ceder: nos hacen temer las consecuencias de no plegarnos a sus deseos, sentirnos obligados a satisfacerlos o que sentiremos remordimiento si no capitulamos.
Debemos diferenciar entre el psicópata cuyas manipulaciones están en la estructura de su personalidad y entre manipulaciones hechas por personas que intentan luchar por su supervivencia, que aún teniéndo empatía, han recibido muchos golpes e intentan “ocultarlo” convirtiéndose en un manipulador coloquialmente se le suele llamar “que tienen mucha calle” (en cuyo caso, estará manipulando inconscientemente y sin la intención de causar daño, sino a modo de protección)Estos últimos pueden cambiar su conducta, los primeros no.
Siendo verdad que la infancia pudo ser muy dura para los manipuladores, no todas las personas que tuvieron infancias duras terminan desarrollando conductas manipulativas, por tanto, esto no les puede justificar o determinar.
Una característica de los manipuladores es que cuando intentas hablar de emociones con ellos tienes una sensación como “de vacío”. Aunque socialmente parezcan encantadores, o por lo menos educados, si los sacas de los tópicos no saben hablar de sentimientos positivos, porque en su infancia, o bien no hubo nadie que pudiera enseñarles, o lo único que pudieron adquirir fue miedo, un miedo visceral y atroz que les consume por dentro. Por supuesto, lo negarán y proyectarán.
El miedo profundo o vacío interno les hace ser muy inseguros a los manipuladores, esta inseguridad la proyectan en los demás y la compensan haciendo ver que sólo ellos tienen la verdad.
Sienten miedo ante la evaluación social. Necesitan dar una buena imagen. La inseguridad les lleva a ser muy temerosos en sus relaciones sociales. Aunque aparenten todo lo contrario, tienen un miedo atroz a la evaluación y se ponen nerviosísimos cuando se encuentran en un medio social amplio y puede ser descubierto su carácter manipulador.
Llegado a este punto, es importante señalar que para que el manipulador logre sus objetivos ha de contar con la contraparte, el manipulado. Aquí es dónde se puede trabajar para evitar la manipualción. Esto implica un trabajo personal de autoconocimiento y desarrollo personal. Cuanto más se conozca uno a sí mismo y más desarrolle su autoestima y asertividad, menos probabilidades tendrá de convertirse en víctima, mejor preparado estará para captar al manipulador antes de caer en sus redes. De lo contrario, el miedo, la inseguridad, y las heridas pasadas nos llevarán a complementar al manipulador, siendo sus victimas.
Es cierto que el manipulador emplea tácticas tan sutiles, para que el manipulado no “se entere” de que está siendo manipulado, que es complejo detectar la manipulación en un primer momento si no estás enfocado en ello. El manipulador utiliza sutiles comentarios, comentarios generalizados, la negación incluso ante la evidencia, etc.
El perfil del manipulador es bastante atractivo, sobre todo para un/a SALVADOR, en un comienzo se presentan como encantadores/as y sufrientes, la vida no los ha tratado bien (VICTIMAS). Inspiran compasión y deseo de protegerlos/as. Cuando ya han conquistado a su presa los manipuladores empiezan a mostrar su verdadera personalidad: utilizan el miedo y el sometimiento e inspiran culpa en el otro, las formas que utilizan para ello son exquisitamente sutiles o burdas, dependiendo del estado y el momento de la relación.
Rosa María González Ortiz