Peter Scholtes escribió que, para entender a las personas, necesitamos entender las relaciones. Entender las relaciones supone conocer nuestras necesidades y las de los demás y saber cómo satisfacerlas.
- No trabajarás en colaboración para aprender o crecer (no usarás el Niño Libre);
- Tratarás de que él o ella apruebe lo que estás haciendo (Niño Sumiso o Rebelde) para obtener beneficios o caricias positivas.
- Tendrás un poderoso incentivo para hacerte experto en ocultar problemas, presentarte como infinitamente competente y poner tus energías tratando de impresionar (o adular) a la persona con poder (Niño Sumiso).
- Es menos probable que las personas pidan ayuda cuando la persona a la que normalmente se dirigen maneja premios y castigos (Niño Sumiso). No hace falta decir que si las personas no piden ayuda cuando lo necesitan, el rendimiento se resiente en prácticamente cualquier tipo de tarea.
El Líder, por tanto, es un especialista en entender personas y relaciones. El Análisis Transaccional es un metamodelo que nos ayuda precisamente a conseguir este objetivo.
Liderar a personas requiere el establecimiento de normas comunes que protejan al equipo, por tanto, el Líder, como responsable del equipo, ha de poseer firmeza, rectitud y asertividad para respetar y hacer respetar este marco protector cuando haga falta o, si es necesario, colaborar con la modificación de este marco protector cuando se considere conveniente para el bien común.
El Líder, además, debe velar por el cuidado de las relaciones personales a diario y estimular los miembros del equipo hagan lo mismo.
Desde el punto de vista del Análisis Transaccional, el Líder necesita de unos estados del Yo descontaminados y positivos, sin embargo lo que encontramos en muchas empresas es que se establecen relaciones con los miembros del equipo desde la condescendencia y/o el paternalismo.
Veamos qué funciones desempeñan los diferentes estados del yo en las relaciones:
ESTADO DEL YO PADRE: en el mejor de los casos es cariñoso y solidario; en el peor de los casos es crítico y controlador.
ESTADO DEL YO ADULTO: en el mejor de los casos es realista, lógico y racional; en el peor de los casos no tiene efecto.
ESTADO DEL YO NIÑO: en el mejor de los casos es juguetón y creativo; en el peor de los casos es rebelde y malévolo.
La mayoría de los gerentes asumen el rol de liderazgo desde el Padre, por tanto a los subordinados no les queda más remedio que asumir la posición de Niño en la relación. O, al contrario, cuando los subordinados están en posición de Niño se activa automáticamente el Padre en el jefe.
El mensaje tácito del jefe desde su estado del yo Padre al Niño del subordinado, en la relación paternalista convencional, es “¡Yo estoy bien, tú no estás bien!”
Para mantener relaciones saludables y efectivas necesitamos activar nuestros Adultos. Crear relaciones en las que nadie se defina como “superior” o ” mejor” que nadie. Si los líderes consiguen unas relaciones de igualdad y equilibradas habrán creado un entorno enormemente poderoso.
Las relaciones saludables requieren confianza. Scholtes dice que hay dos creencias que deben darse y coexistir para que una persona confíe en otra: creer que eres competente y que te preocupas por mí, sólo entonces confiaré en ti.
Ser competente solo o el cuidar, si no van juntos, no son suficientes, no generarán confianza. Ambas cualidades son necesarias.
Si tu líder o maestro o jefe se dedica a juzgar lo que haces (PC-), y si ese juicio afecta a las caricias que recibes (caricias positivas o negativas) esto condicionará tu relación con esa persona de manera definitiva. Alfie Kohn, escritor y experto en formación y comportamiento humano lo ha estudiado ampliamente.
Kohn dice que emitir críticas destructivas, comunicar desaliento a las personas y no creer en las capacidades de los otros, es la mejor forma de establecer un ambiente negativo en el que no se van a alcanzar los objetivos.
Y resumiendo algunas de sus conclusiones cuando se trabaja con Líderes negativos:
- No trabajarás en colaboración para aprender o crecer (no usarás el Niño Libre);
- Tratarás de que él o ella apruebe lo que estás haciendo (Niño Sumiso o Rebelde) para obtener beneficios o caricias positivas.
- Tendrás un poderoso incentivo para hacerte experto en ocultar problemas, presentarte como infinitamente competente y poner tus energías tratando de impresionar (o adular) a la persona con poder (Niño Sumiso).
- Es menos probable que las personas pidan ayuda cuando la persona a la que normalmente se dirigen maneja premios y castigos (Niño Sumiso). No hace falta decir que si las personas no piden ayuda cuando lo necesitan, el rendimiento se resiente en prácticamente cualquier tipo de tarea.