Esta meditación integra la compasión con la conciencia de los estados del yo del Análisis Transaccional, reconociendo y trabajando con diferentes aspectos de la personalidad para fomentar la autocompasión y la compasión hacia los demás.
1. Preparación: Encuentra un lugar tranquilo y siéntate cómodamente. Cierra los ojos suavemente y lleva la atención a tu respiración para centrarte.
2. Conexión con el “Niño Libre”: Inicia la meditación conectándote con tu “Niño Libre”. Visualiza a tu yo infantil, lleno de alegría, inocencia y amor. Siente esa conexión emocional y permítete experimentar la compasión hacia ese aspecto de ti mismo.
3. Reconocimiento del “Padre Crítico”: Con conciencia, reconoce la presencia de tu “Padre Crítico”. Este puede ser el aspecto de tu yo que juzga y critica, a veces incluso a ti mismo. Permítete observar estas críticas sin juzgarlas, simplemente reconociendo su existencia.
4. Cultivo de la Compasión hacia el “Niño Herido”: Dirige tu atención hacia cualquier parte de ti que pueda sentirse herida o necesitada. Puedes visualizar a ese “Niño Herido”. Con compasión, repite frases como: “Que mi niño herido esté libre de sufrimiento. Que mi niño herido esté lleno de amor y cuidado”.
5. Invocación del “Adulto Adaptado”: Conecta con tu “Adulto Adaptado”. Este es el estado del yo que puede tomar decisiones racionales y compasivas. Desde este lugar, repite afirmaciones como: “Desde mi adulto adaptado, elijo ser compasivo y amable conmigo mismo y con los demás”.
6. Extensión de la Compasión a Otros Estados del Yo: Extiende la compasión hacia cualquier otro estado del yo que puedas identificar. Quizás haya un “Niño Rebelde” o un “Padre Protector”. Reconoce sus roles y permíteles también experimentar la compasión.
7. Compasión hacia los Demás: Amplía tu compasión hacia las personas en tu vida, visualizándolas y repitiendo frases compasivas. Incluye a aquellos con quienes has tenido desafíos, cultivando una perspectiva comprensiva y amorosa.
8. Regreso a la Respiración y Conclusión: Regresa tu atención a la respiración, agradeciendo la oportunidad de cultivar la compasión. Observa cómo te sientes y lleva contigo esa sensación de compasión hacia tus diversos estados del yo a lo largo del día.