El problema lo tiene Juan Carlos, él es el incompetente. Si uno es una persona empática, siente angustia, se pone en la tesitura de la víctima y, sin darse cuenta… se sitúa en el papel de salvador. Esto hizo Gregorio:
–Bueno, Juan Carlos, no sé, esto es casi imposible, no te aseguro nada… Yo haré todo lo posible por ayudarte, nunca te he dejado colgado… Pero no te garantizo nada…
–¡Mil gracias, Gregorio! –le responde Juan Carlos–. ¡No sabes cómo te lo agradezco! Mantenme informado, ¿de acuerdo?
Ya está. El juego ha comenzado. Gregorio se ha colocado en el vértice del triángulo, asumiendo el rol de salvador. Juan Carlos ha apelado desde la posición de víctima y su interlocutor ha caído en la trampa, está ya dentro del juego. Veamos qué sucede.
Gregorio pasa todo el jueves intentando acumular metros de tejido. El viernes al mediodía, desesperado, llama a Juan Carlos para comunicarle que no va a poder reunir todo el género solicitado, pero su cliente está reunido. Prueba un par de veces más, sin éxito. A última hora de la tarde vuelve a telefonear, pero Juan Carlos ya se ha ido de fin de semana.
Triángulo Dramático en la Empresa. Parte 1
Triángulo Dramático en la Empresa. Parte 2
Triángulo Dramático en la Empresa. Parte 3